lunes, 14 de marzo de 2011

Señor Presidente de la Real Academia Española:

Con el permiso de Usted damos principio a esta sesión solemne de la Real

Academia Española, la Institución más antigua y a la vez la más prestigiosa agrupación

de literatos de habla hispana.

Agradecemos afectuosamente la presencia de las señoras y señores

académicos, de los colegas y de los familiares de quien este día ingresa a esta

benemérita Institución.

La Real Academia realiza anualmente esta ceremonia de bienvenida e

ingreso con gran esmero, con ilusión y con la expectativa de alcanzar los

objetivos de quienes la crearon.

Esta noche damos la bienvenida a un destacado literato, que por

méritos propios, ha contribuido en forma singular con las letras.

La selección de quien se integra hoy a esta entidad fue realizada

de manera imparcial y exhaustiva por el comité de ingreso, a quienes

el pleno de la Academia escoge anualmente y mediante un ejercicio

realizado por pares y consensuado por unanimidad de sus integrantes a

quienes agradecemos su trabajo, su tiempo y su colaboración

desinteresada.

La bienvenida que hoy le damos a este prestigioso colega es así, un

reconocimiento a su talento y su trabajo, por eso, como define la Academia

de la lengua española "bienvenida" se dice de una persona que se acoge con

agrado y júbilo, adjetivos con los que hoy recibimos al destacado Eher

Sugarno.

Este peculiar poeta, quien digno de merecer nuestro mayor respeto, pudo

transformar nuestra visión del mundo cotidiano, alterando los rígidos esquemas que

suelen dominar nuestra percepción.

Somos idólatras por instinto de nuestra lengua nativa, la hemos cultivado con

tesón desde los inicios de esta noble Institución. No somos jactanciosos de creer haber

logrado la perfección, pero de lo que sí nos jactamos es de que el crisol que le sirve de

emblema a esta ilustre Corporación ha ardido siempre como un faro que muestra el

camino a quienes navegan por este mar de letras cuyas cartas de navegación son la

gramática y el diccionario. Nos jactamos de que los eternos navegantes llegan al

puerto haciendo travesías desconocidas hasta el momento.

Hoy,” El libro de los monstruos”, esa brillante obra de Sugarno, de

extravagante erudición poética y científica, dotada de una concisa sabiduría y una

insólita destreza artesanal, nos muestra una vez más lo dicho anteriormente. Palabras

maestramente coordinadas y diestramente dirigidas por este literato insigne que ha

provocado no sólo un giro en la literatura, sino que también ha descubierto una puerta

clausurada, una puerta que nadie se animó a abrir jamás.

¿Quién puede definir qué es literatura? ¿Quién puede decir qué no es

literatura?...

Cuán amplia puede llegar a ser una definición o cuán amplia tiene que ser la

mente de aquel que pretenda definirla para no pecar de verdugo.

La Real Academia se asoma a su pasado para sentir el estimulo de la

fe de sus mayores. Guarda respeto por su tradición, que la ennoblece; pero

no lo hace para encadenarse a ella sino para superarla. Somos hombres y

mujeres de este nuestro tiempo, que tomamos del pasado lo que él encierra

en su valiosa herencia, pero tomamos el resto del futuro y lo que guarda de

promesa, por eso con la misma seguridad con que Francisco Ayala afirmara

en Granada en 1906, que literatura es toda expresión verbal de valores

estéticos, nosotros afirmamos que hemos aquí un talentoso que esperamos

nos continúe, eternamente sorprendiendo como lo ha hecho hasta ahora, con

esa ilimitada libertad de escribir.

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