Con el permiso de Usted damos principio a esta sesión solemne de la Real
Academia Española, la Institución más antigua y a la vez la más prestigiosa agrupación
de literatos de habla hispana.
Agradecemos afectuosamente la presencia de las señoras y señores
académicos, de los colegas y de los familiares de quien este día ingresa a esta
benemérita Institución.
La Real Academia realiza anualmente esta ceremonia de bienvenida e
ingreso con gran esmero, con ilusión y con la expectativa de alcanzar los
objetivos de quienes la crearon.
Esta noche damos la bienvenida a un destacado literato, que por
méritos propios, ha contribuido en forma singular con las letras.
La selección de quien se integra hoy a esta entidad fue realizada
de manera imparcial y exhaustiva por el comité de ingreso, a quienes
el pleno de la Academia escoge anualmente y mediante un ejercicio
realizado por pares y consensuado por unanimidad de sus integrantes a
quienes agradecemos su trabajo, su tiempo y su colaboración
desinteresada.
La bienvenida que hoy le damos a este prestigioso colega es así, un
reconocimiento a su talento y su trabajo, por eso, como define la Academia
de la lengua española "bienvenida" se dice de una persona que se acoge con
agrado y júbilo, adjetivos con los que hoy recibimos al destacado Eher
Sugarno.
Este peculiar poeta, quien digno de merecer nuestro mayor respeto, pudo
transformar nuestra visión del mundo cotidiano, alterando los rígidos esquemas que
suelen dominar nuestra percepción.
Somos idólatras por instinto de nuestra lengua nativa, la hemos cultivado con
tesón desde los inicios de esta noble Institución. No somos jactanciosos de creer haber
logrado la perfección, pero de lo que sí nos jactamos es de que el crisol que le sirve de
emblema a esta ilustre Corporación ha ardido siempre como un faro que muestra el
camino a quienes navegan por este mar de letras cuyas cartas de navegación son la
gramática y el diccionario. Nos jactamos de que los eternos navegantes llegan al
puerto haciendo travesías desconocidas hasta el momento.
Hoy,” El libro de los monstruos”, esa brillante obra de Sugarno, de
extravagante erudición poética y científica, dotada de una concisa sabiduría y una
insólita destreza artesanal, nos muestra una vez más lo dicho anteriormente. Palabras
maestramente coordinadas y diestramente dirigidas por este literato insigne que ha
provocado no sólo un giro en la literatura, sino que también ha descubierto una puerta
clausurada, una puerta que nadie se animó a abrir jamás.
¿Quién puede definir qué es literatura? ¿Quién puede decir qué no es
literatura?...
Cuán amplia puede llegar a ser una definición o cuán amplia tiene que ser la
mente de aquel que pretenda definirla para no pecar de verdugo.
La Real Academia se asoma a su pasado para sentir el estimulo de la
fe de sus mayores. Guarda respeto por su tradición, que la ennoblece; pero
no lo hace para encadenarse a ella sino para superarla. Somos hombres y
mujeres de este nuestro tiempo, que tomamos del pasado lo que él encierra
en su valiosa herencia, pero tomamos el resto del futuro y lo que guarda de
promesa, por eso con la misma seguridad con que Francisco Ayala afirmara
en Granada en 1906, que literatura es toda expresión verbal de valores
estéticos, nosotros afirmamos que hemos aquí un talentoso que esperamos
nos continúe, eternamente sorprendiendo como lo ha hecho hasta ahora, con
esa ilimitada libertad de escribir.
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