viernes, 18 de marzo de 2011

Señor director, señoras y señores académicos:


¿Se dijo alguna vez que el contenido de un poema tenía que obviar las características físicas de un objeto, insecto, etc.?

Tal vez nuestra visión de un poema no coincide con lo que refleja, por ejemplo, “La nieve”.

Si pensamos que carece de sentimientos, habremos errado. No sabemos realmente cuál fue la finalidad del autor, pero estén seguros que en algún rincón de sus palabras encontrarán lo que buscan.

Eher Sugarno decidió romper con la estructura exacta de lo convencional, fijó su visión hacia su propio horizonte convirtiendo sus conocimientos en una belleza cultural. Sería su obra como un poema que nos enseña, con pocas palabras y veracidad qué es o cómo es un objeto (para citar un ejemplo).

No se puede definir lo que es “hermoso” para todos, porque cada uno opina diferente. Por lo tanto no importan las críticas del “ahora” o del “mañana”. Bien sabemos que la literatura expresa belleza con ayuda de sus herramientas. El autor al que hoy me refiero utilizó como herramienta “su conocimiento” “su saber”, por el cual siente devoción, en conjunto con “la palabra”. Si contrario fuese el caso, no se habría tomado el tiempo de compartirlo con otros ni de darle vida a cada uno. Fue su dedicación lo que ayudó al poeta, ahora, Eher Sugarno a desplegar sus alas, a algún día volar y a llegar muy alto.

Sin duda alguna estos poemas llevarán por siempre una huella del autor.

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