lunes, 5 de abril de 2010



La Academia Argentina de Letras se enorgullece en recibir a un escritor único, original, comprometido con su arte y también, sin quererlo él, polémico. En este discurso se pretende presentar al autor, analizar brevemente algunas de sus obras, pero por sobre todo explicar y argumentar con fervor el cariño que nos ha llevado a brindarle este reconocimiento.
Un manto de neblina cubre lo poco que se sabe sobre los orígenes de Eher Sugarno. Se desconoce el día de su nacimiento aunque se sabe que fue durante el mes de marzo de 1941, en el norte de Brasil, específicamente en la ciudad de Recife, en el jardín del zoológico de dicha ciudad. Como todos saben el señor Sugarno no es humano. Es en cambio un insecto bastante peculiar con varias narices y tres ojos entre otras particularidades.
Esta academia no se centrará en la descripción física del autor, ya que no es para lo que estamos aquí, además el aspecto de este letrado ya es de conocimiento público, lo que sí quisiéramos destacar antes de sumergirnos en un breve análisis de su obra, es la grata y reconfortante sorpresa que esta academia siente al ver a Eher Sugarno hoy aquí, erguido ante nosotros con la ayuda de dos bastones, dejando atrás para siempre aquellos tiempos en los que tenía que reptar velozmente y de forma circular debido a sus ocho extremidades, que siempre fueron bastante rebeldes.
No queremos pasar por alto este hecho pues ilustra a la perfección uno de los motivos por el cual será admitido en esta academia, al ser un ejemplo para todos nosotros de tenacidad y autosuperación.
La primera obra de Sugarno denominada “Fotosíntesis”, publicada en Buenos Aires a mediados de la década del ’60, revoluciona el panorama poético al usar el proceso de la fotosíntesis como una metáfora del amor, convirtiendo a la obra y a su autor en los exponentes de una nueva sensibilidad poética y una profundidad sin precedentes.
Nacionalizado argentino y con una vasta producción en su haber reconocemos hoy a este escritor marginado, discriminado, hecho que lo llevó a concentrarse en su soledad y su diferencia para así darle nombre a ese núcleo vivo del cual está formado la vida.
Bienvenido Eher Sugarno a la Academia Argentina de Letras, esta incorporación no dejará de ser polémica y muy discutida. Los invitamos a que, junto con nuestro autor, debatamos este reconocimiento, ya que en el debate y la liberación del pensamiento reside la clave para que la literatura siga manteniéndose viva.

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