martes, 10 de marzo de 2009



Nosotros, los afortunados miembros de esta Academia, tenemos el agrado de compartir esta hermosa tarde con un nuevo miembro, el Sr. Eher Sugarno, sublime actor en éste, el escenario de las letras.
Trataré de ser el puente entre los hechos que hacen a la historia literaria de Eher Sugarno y ustedes, compañeros. Grato me resulta evocar aquellas hojas doradas por el brillo que el juego de sus palabras producía. ¿Quién no recuerda “La nieve”? Las certezas que allí proclamadas fueron hoy nos traen el aroma de la palabra al servicio del mundo entero.
Tiesos, estupefactos, quedamos ante su obra; inevitable sentimiento de regocijo tendrá todo aquel que aventure sus ojos a los textos de Sugarno.
Es por esto que propongo un fuerte aplauso y el posterior brindis para recibir con el mayor afecto que la coherencia permite al genio de la literatura, el devorador de la decencia, Eher Sugarno.

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