viernes, 17 de abril de 2009

coleóptero II


No era yo, sino el dios que está dentro de mí,
hecho con pedazos de montaña,
¡aquel!, que adelante me espera,
piedra cúbica, escultura,
y del que hoy caí.

Encarnado en un insecto azul, soy ciudad.

Alas de hierro, marcho mi vastedad.
Ah, la sed es tal, que voy,
perro sin luna,
más ebrio que un santo o un borracho.

Puesto que lejanos cantos de soles henchidos me echaron a andar,
mi lomo a un repertorio de siete tonos grises ofrece asilo.

No era yo, sino el dios que está dentro de mí,
hecho con pedazos de montaña...

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